El Blog más antiguo sobre Pekín Express en activo. ¿Qué puedes encontrar aquí y no en otros blogs similares? Entrevistas, exclusivas y las ruedas de prensa desde dentro. ¿Te parece poco?
Gracias a un lector Anónimo que se ha quedado de guardia mientras yo estaba de vacaciones me he enterado de lo que nos cuenta hoy Detele: Al parecer se va a llevar a cabo la versión española de Expedición Imposible por parte de Boomerang TV en tierras marroquies y, según dicen, presentado por Raquel Sánchez Silva que parece estar ahora en todas partes. El horror no es este, el horror es el perfil de los concursantes que parecen confirmados:
- Leticia Sabater y Raquel Mosquera
- Óscar Higares y José Antonio Canales Rivera
- Darek y la ex torero Cristina Sánchez
- El bailarín Rafael Amargo
Sobre todo la primera pareja que tienen toda la pinta de protestar en los hoteles porque no tienen gorro de ducha, por mucho que hayan estado en Supervivientes me dan un repelús que no creo que aguante mucho viendo este nuevo invento para suplantar nuestro querido Pekín Express. Esperemos que solo sea una pausa para sacar pasta mientras nos preparan uno para nosotros.
Aunque un poco tarde, por fin llegan las ansiadas vacaciones, este año no hay viajes exóticos ni nada de eso que nos gusta tanto (por la crisis, ya sabéis) pero lo pasaremos bien igualmente.
Espero que lo paséis fenomenal y que descanséis mucho. Creo que a la vuelta tendremos noticias de esa Expedición Imposible que nos están preparando, que ojalá que lo presente Raquel y quizá antes de fin de año tengamos lo que todos queremos: Un nuevo casting para Pekín Express 2013.
Espero que a la vuelta nos volvamos a leer por aquí.
-¡Bueno inspector!
No tienes tan mal aspecto para haber salido de una casa ardiendo. - El inspector César Cánabas se sentó a los pies
de la cama del inspector Miravalles sin hacer intención de acercarse a él – Supongo que no me vas a dar un abrazo aunque
te alegres de verme, ¿no, viejo amigo?
Miravalles sonrió y efectivamente no
se levantó a abrazar a su amigo, tenía los dos brazos escayolados.
-Eso es, perdona
que no me levante, jajaja.
-¿Cómo estás
viejo?
-Bueno, bastante
bien para lo aparatoso que fue todo, los dos brazos rotos por la caída por las
escaleras, magulladuras varias y un chichón en la frente producido por un
enorme falo de madera, y haz el favor de no poner esto último en el informe,
cabronazo.
-No te preocupes,
los chistes serían inevitables y no soy tan malo.
-Ponme al día,
anda.
-Ayer entramos en
la vivienda de Valencia y encontramos mucha documentación. Al parecer llevaban años buscando una víctima
propicia para un sacrificio humano y buscaban a alguien vulnerable y lleno de
maldad para conectar mejor con su maestro Belcebú, como sospechábamos, crearon
la agencia HHB para meterse en las casas y buscar alguien a quién sacrificar. Al parecer tu amigo Restituto era un cabronazo
del quince.
-Lo era. Ahora te cuento.
-Le encontraron
por casualidad hace un año en uno de los destinos que las contrataron y han
estado envenenándole con belladona siguiendo un rito de las brujas de la Edad
Media. Al parecer el doctor que le
trataba se dio cuenta y la que le cuidaba tuvo que huir y el grupo aceleró sus
planes, mala suerte que no llegasteis a tiempo.
-Por un pelo. Me tuvieron que esperar los de la policía
local porque la casa estaba muy escondida y no la iba a encontrar, además no
pensábamos que la cosa iba a complicarse tanto.
-Lo sé. –
Asintió el inspector Cánabas. – Si no te
hubieran lanzado la polla a la cabeza no habría pasado esto.
-Mamón. –
Miravalles se sentía mejor cuando se reía, aunque las heridas le dolían el
doble.
-Desde luego el
paralítico debió tener una muerte horrible, espero que estuviera drogado.
-Era una pieza de
cuidado también, hace años estrelló su coche contra una pared cuando intentaba
matar a su novia, por eso se quedó parapléjico, aun así le pusieron una orden
de alejamiento y por eso se vino a vivir a su pueblo natal, pero el muy
hijoputa se las ingenió para seguir acosando a su antigua novia, encontró una pardilla
en internet que le hacía el trabajo sucio aquí en Madrid, pero tuvo mala suerte
y la chica ha enfermado, es “la niña del Exorcista” que te comenté.
-¿Cómo está ella?
-Ha tenido suerte
y el doctor que la trata ya había visto otro caso similar en Cataluña, ya la
tiene en tratamiento y parece que saldrá de esta.
-¡Vaya
coincidencia!.
-Tú sabes que no
creo en las coincidencias.
-Yo tampoco.
A muchos kilómetros de distancia, el
doctor Navarro tuvo la misma pesadilla que el inspector Miravalles, soñaron que
veían cómo ardían sus piernas. Aquella
noche, como muchas otras después, el doctor Navarro pasó miedo.
Petrificado en su cama, como no podía ser de otra
manera, Rex pudo ver como su habitación se llenaba de sombríos monjes
negros. La estancia estaba en penumbra
jalonada de pequeñas luces titilantes, un fuerte olor a humo de incienso le
despertaba la consciencia y agudizaba su oído pero no conseguía aclarar su
vista que se mantenía borrosa. Aun así, podía
distinguir seis siluetas macabras que se agrupaban frente a él a los pies de la
cama, el monje más grande, el que había entrado primero y le había hablado, se
mantenía erguido mirándole fijamente a los ojos. Un salmo profundo procedente de sus gargantas
inundaba la habitación lentamente y se aferró a las entrañas de Rex que se sintió
cómo un sudor frio recorría su frente. Estaba
seguro, ahora iba a morir. De una forma irracional,
sorpresiva, no entendía qué era todo aquello que apenas le mostraban sus ojos,
quizá estaba delirando y todo era fruto de su imaginación, pero sentía la
muerte cerca como nunca antes, la venganza dejaba de tener sentido, debía
enfrentarse al terror, debía pagar por sus pecados, era la hora de rendir
cuentas.
El único
coche patrulla disponible del municipio rompía la noche y la lluvia con sus
faros por la tortuosa vereda que comunicaba la AS-213 con la casa de Rex seguido
de cerca por el Renault 5 del inspector Miravalles y el del doctor Navarro
cerrando la carrera. Con aquella noche
de perros no podían circular a la velocidad que hubiera querido el inspector
dada la urgencia del caso pero no había opción, la policía local conocía
aquellas carreteras perfectamente y conocía sus límites. La parada del primer coche coincidió con la caída
cercana de un rayo que iluminó la casa de Rex como una aparición fantasmagórica. Los tres coches pararon en paralelo cerca de
la entrada, justo detrás del vehículo de Vicenta Alabaina y al lado de otro que
el doctor Navarro conocía muy bien, el de Evencia.
Los
dos policías locales abrieron las puertas al unísono y alcanzaron al inspector que
había alcanzado la puerta de entrada con una rapidez impropia de su volumen. No obstante tenían que esperar al doctor que
era el que tenía llaves, no podían entrar en tropel sin riesgo de alertar a cualquiera
que estuviera dentro de la casa.
El doctor
abrió con sigilo la pesada puerta y fue el primero en oír los salmos que
llenaban la casa, señaló hacia arriba de las escaleras, por supuesto él se quedó
en la entrada, prefería morir de frio o fulminado por un rayo antes que traspasar
aquella entrada. Con las pistolas
desenfundadas y acompañados de todo el silencio que podían llevar tres personas
empapadas subiendo unas escaleras de madera, Miravalles encabezaba el grupo de
rescate, iba prevenido contra cualquier ataque, pero no estaba preparado para la
escena que presenció cuando su cabeza rebasó el último escalón. En una habitación en penumbra, apenas iluminada
con cientos de velas y cirios negros, dos mujeres enfundadas en hábitos negros
sujetaban a una tercera que yacía desnuda en una mesa mientras otra persona con
hábito, de espaldas al inspector, la penetraba con un enorme falo de madera. Apenas unos segundos tardó el inspector en
percatarse de que otras dos mujeres blandían sendos cuchillos sobre el hombre
que estaba en la cama viendo toda la escena. Un segundo después disparó su arma contra una
de ellas que cayendo derribó varios cirios sobre las cortinas y comenzaron a
arder. Todo se precipitó entonces. Vicenta se giró y lanzó el falo contra el
inspector, que hizo un nuevo disparo esta vez hacia el techo, justo antes de que
la Gran Hermana cerrara la puerta de la habitación con un fuerte golpe. El policía que venía detrás disparó también
pero solo pudo impactar contra la puerta ya cerrada. Dentro el incendio se propagaba por las ropas
y las cortinas creando un espectáculo dantesco.
En unos instantes Rex se vio envuelto en llamas y supo que estaba en el Infierno,
esta vez no habría luces placenteras ni vendrían a verle sus parientes, su
cuerpo inerte estaba ardiendo y él lo estaba viendo con horror, la muerte le
estaba devorando y los gritos de dolor de las Hermanas del Halo de Belcebú se
lo anunciaban, esta vez si iba a morir.
Sin
perder un instante, Miravalles agarró el pomo de la puerta para volver a
abrirla, pero ya estaba casi incandescente, la pira estaba devorando todo. El policía local derribó la puerta de una
certera patada y esta, al caer, lanzó una llamarada hacia afuera despidiéndoles
a los tres escaleras abajo con la tremenda ola expansiva.
La
vieja casona de madera se quejó mientras iluminaba el bosque. Afuera, bajo la lluvia, el doctor Navarro
pudo contemplar con espanto como a duras penas huían impotentes los policías
del incendio.
-¡Dios mío! ¿Esa
es la casa de Restituto?
El doctor estuvo a punto de soltar
un grito cuando descubrió a aquel tipo con camiseta negra y lleno de tatuajes
que inesperadamente había aparecido a su lado.
-¡Casi me mata del
susto! ¿De dónde has salido?
-Dime, es la casa
de Restituto.
-Si, ¿tú quién
eres?
-¿Está él dentro?
-Creo que sí.
-¡Que se joda! – Tatú
se dio la vuelta sin decir más, montó en su coche y se marchó de allí.
Vicenta Alabaina, abrió la puerta de la casa de Rex ataviada
con el hábito negro y el medallón de oro que la identificaban como la Gran
Hermana de las Hermanas del Halo de Belcebú, la gran Orden satánica a la que
tantos años y tantos esfuerzos le había dedicado. Sus cinco discípulas más aventajadas hicieron
una reverencia bajo la lluvia y, en silencio, pasaron dentro. Aún tenían que vestirse para el ritual con
los accesorios que Evencia llevaba en una gran bolsa. Ella aún no era capaz de levantar la vista en
presencia de la Gran Hermana. Se sentía
avergonzada por haber estado a punto de echar a perder la ceremonia. Después de todo un año de preparativos, con
la conjunción de los planetas en su punto más álgido y con lo difícil que había
sido encontrar una víctima tan propicia como aquel malnacido, ella había
fallado y ahora estaba dispuesta a todo para expiar su culpa con las Hermanas.
Sin
intercambiar una palabra Vicenta las acompañó a su habitación y las cinco
mujeres se dispusieron a enfundarse el hábito negro y se a colgarse del cuello
el pentáculo plateado, mientras, Vicenta, subió a la habitación de Rex, comenzó encendiendo
las velas y preparando el altar a los pies de la cama del condenado quién a
duras penas conseguía distinguir el resplandor de los cirios que lucían a su
alrededor. En un estado de
semiinconsciencia Rex entreabría los ojos para asomarse a un reducido universo
de luces y sombras, un universo de miedo y alucinaciones. El monje medieval de sus pesadillas había
vuelto y le miraba fijamente con ojos de fuego.
-Jal, llama al doctor – en apenas un susurro desesperado
Rex pedía ayuda, sin éxito, al ordenador.
-El doctor ya no puede hacer nada por ti, ahora quedarás
en manos del Maestro. – Le anunció la Gran Hermana mientras colocaba los
cuchillos ceremoniales sobre el improvisado altar con una parsimonia estudiada.
-Él te está esperando desde hace mucho tiempo.
El terror se apoderó de Rex que
hasta ese momento no era capaz de distinguir entre la realidad y las
alucinaciones narcóticas. En ese momento
más que nunca deseó poder levantarse de aquella prisión y huir.
El
coche del inspector Miravalles no era precisamente un último modelo, ni
siquiera en sus tiempos, hace veinte años, era un coche de bandera, pero él no
entendía nada de coches y no era de los que se sentían más admirados
socialmente por tener un cochazo, además había acabado teniéndole cariño al “cacharro”
después de tantos años y estaba asfixiado por la hipoteca así es que no estaba dispuesto
a hacer dispendios comprándose uno nuevo, eso sí, era consciente de que subir
el puerto de Guadarrama le iba a costar más de la cuenta, pero pasar la Sierra
por el túnel también costaba un dinero y si había algún sitio de dónde ahorrar
el inspector lo ahorraba.
Ya antes de comenzar a subir el
puerto el paisaje era espectacular pero él estaba dándole vueltas a aquella
extraña coincidencia del destino en que dos de sus casos se mezclaban sin
aparente conexión entre ellos. ¿Un caso
de acoso y un caso de sectas conectados?Se le había venido a la cabeza relacionar la secta con el aparente caso
de posesión diabólica de la noche anterior, pero más que una conexión real parecía
una asociación de ideas. Le habían
dejado claro que la chica no estaba fingiendo una posesión, que era una
enfermedad real y además aquella individua no tenía el perfil de alguien que se
apunta a una secta, ni siquiera a una religión de las digamos legales, así que
no parecía que hubiera relación alguna con una secta.
El tono de llamada de su móvil le
trajo de nuevo a la carretera, por supuesto no tenía manos libres, así es que
conscientemente soltó su mano derecha del volante y descolgó el teléfono.
-Dime Ana.
-Tengo al habla al
comisario Álvarez de Cangas de Narcea.
-Bien, gracias, pásamelo.
-¿Inspector?
-Comisario, estoy
yendo ahora mismo hacia Oviedo.
-Vaya, no se le
escucha bien.
-Si, estoy pasando
por la Sierra de Madrid y hay muchas zonas dónde hay mala cobertura, espero que
no se corte.
-Si, dígame.
-Supongo que le
habrán puesto al día del caso, me gustaría que me acompañara a visitar a
Restituto Martín.
-Si, si, ya estoy
al tanto.
-Tengo entendido
que él está impedido.
-Si, así es.
-¿Quién le cuida?
-¿Perdone? Se
corta.
-Digo ¿Qué quién
está con él cuidándole?
-Si, tiene
contratada una empresa de … de Valencia.
-¿Perdón?
-Una empresa de cuidadores
de Valencia. HHB creo que se llama.
-¡Joder! ¿HHB, ha
dicho?
-Se corta, no le
entiendo nada, lo siento.
-¿Comisario? – Un
fuerte siseo le indicó al inspector que la llamada se había cortado.
-¡Mierda!¡Ahí está la conexión! ¡Joder, joder
!
El
inspector pisó a tope el acelerador para salir de la zona de sombra de la
cobertura de su móvil, pero estaba subiendo la última pendiente antes de
coronar el Puerto de los Leones y su Renault 5 no daba para más.
-HHB, Hermanas del
Halo de Belcebú – pensó en voz alta mientras esperaba de nuevo la llamada.
La secta satánica valenciana que había
estado controlando desde hacía varios años en colaboración con su amigo César,
una secta dormida, silenciosa, normalmente se dedicaban a celebrar misas negras
y a captar a alguna incauta, siempre mujeres, siempre rozando la ilegalidad pero
sin llegar a cometer ningún delito, alguna orgia o algún rito extraño, pero
siempre de participación voluntaria.No
habían pasado de ahí, pero César y su equipo habían detectado una actividad
inusual en el último año, estaban preparando algo feo, y ahora se iban todas de
excursión a casa de Restituto ¿Qué se les había ocurrido hacer a aquellas fanáticas
con el tetrapléjico aquel? – Nada bueno, de eso estaba seguro.
El
doctor Navarro visitó aquella tarde a Rex como hacía casi todos los días, el
estado de salud del paciente empeoraba sin que supiera qué hacer para
mejorarlo. Le habían asegurado que a la
mañana siguiente le enviarían los resultados de los análisis que tenía
pendientes. Era vital identificar la
sustancia que había provocado el envenenamiento para aplicarle el tratamiento
adecuado, pero la salud de Rex estaba muy resentida. Aquella tarde apenas conseguía mantenerse
despierto mientras el doctor le hablaba.
-Escucha Rex,
tengo que ir a Oviedo esta noche, pero no te preocupes que si hay algún
problema puedo estar aquí en media hora, he dado instrucciones a Vicenta sobre
lo que tiene que hacer y me llamará inmediatamente si tú quieres.
En apenas un suspiro Rex le dio su aprobación. Apenas podía abrir los ojos tampoco, pero podía
identificar perfectamente al doctor a los pies de la cama y a Vicenta en la
puerta de entrada a la habitación.
-No me voy
tranquilo, pero es una cita inexcusable.
-No se preocupe
doctor, lo tengo todo controlado, váyase sin miedo, le acompaño a la puerta.
Bajaron la escalera y Vicenta le
acompañó hasta el coche. A pesar de la incesante
lluvia, ella continuó allí mismo de pie y esperó hasta verle desaparecer tapado
por los árboles que flanqueaban la carretera que bajaba al pueblo, esperó aún
unos segundos para cerciorarse de que no volvía antes de coger su teléfono.
-Hermana, está todo listo, será esta noche. Loado.
-Loado, Hermana.
Volvió a la casa que se oía más
silenciosa que nunca y canturreando una melodía monótona y repetitiva que conocía
muy bien se dispuso a planchar su hábito ceremonial.
En el piso superior, Rex, comenzaba
a delirar en la soledad de su cama.